Hace unos años tuve que mandar a imprimir unos “folletos” en “papel de folleto”, llamé a la imprenta y pregunté cuánto salía. No recibí una respuesta inmediata. De hecho, tuve que responder muchas preguntas antes de siquiera llegar al precio. Resultó que no necesitaba un folleto sino un polidíptico (porque era una hoja que se doblaba en más de dos partes), el papel extendido tenía ciertas medidas, estaba impreso por anverso y reverso (o tiro y retiro), debía ser en papel couché de cierto gramaje y que la cantidad de colores influía en el precio.
Siempre recuerdo ese hecho cuando leo a traductores furiosos porque el cliente no sabe diferenciar entre traductor e intérprete, que cree que si sabes idiomas sabes traducir (incluido interpretar) o que cree que porque sabes un idioma puedes traducir a todos los idiomas.
Cuando un cliente llama y me dice que necesita un traductor, le hago varias preguntas. A veces lo dejo hablar y que me cuente lo que necesita, muchas veces lo que busca es un intérprete, le explico que cuando necesita que alguien le diga lo que otras personas está diciendo, entonces necesita un intérprete y que según el tipo de situación puede necesitar un intérprete simultáneo o un intérprete consecutivo. Lo derivo con la persona correspondiente, ya que yo no soy intérprete.
Otras veces sí necesitan una traducción y lo que quieren saber es el precio, pero no es tan fácil responder eso.
Lo primero que pregunto es de qué idioma a qué idioma; por alguna razón muchos clientes no sienten la necesidad de mencionar a qué idioma quieren la traducción (dan por sentado que las traducciones son al inglés), y no todos los traductores traducimos al inglés ni desde el inglés.
Otra pregunta importante es saber qué tipo de documento quieren que se traduzca. Muchos traductores nos hemos ido especializando en distintos temas, y muchas veces necesitan traductores específicos, por ejemplo, en los ámbitos de traducciones médicas, legales, certificadas, técnicas, etc. Esta pregunta es un poco complicada y hay que guiarla un poco. El cliente no tiene por qué saber de tipología textual y del famoso Skopo. Entonces hay que preguntar de qué se trata el documento, para qué lo va a usar, para qué necesita la traducción, quién la va leer. Una pregunta lleva a otra.
De todas formas, muchas veces lo mejor es pedirle al cliente que nos mande el documento, porque al verlo podemos observar más cosas: ¿Tiene texto en las imágenes? ¿Se deben traducir las notas de la presentación de PowerPoint? ¿Los botones que aparecen en el manual estarán traducidos en el programa o en la máquina? El documento nos abre un amplio espectro de posibles preguntas. Yo sugiero algunas cosas, al cliente hay que presentarle soluciones, no solo problemas y preguntas. Debemos recordar que nosotros somos los profesionales, sabemos lo que se hace habitualmente y podemos proponerlo.
Ahora, viene una pregunta de peso ¿para cuándo lo necesita? Por una extraña razón, la gente normalmente no incluye el proceso de traducción en sus actividades. Entonces, se dan cuenta en el último momento que necesitan presentar la propuesta traducida mañana, que los contratos deben estar en los dos idiomas o que los documentos para la beca deben estar listos hoy. Es labor de los traductores explicar que una traducción toma tiempo, que incluso una frase suelta de un eslogan puede tardar más que una carta. Existen ciertas métricas, pero hay otros factores, como compromisos anteriores, dificultad, falta de contexto, otras traducciones en curso, vida. Todo esto sirve para explicarle al cliente cuánto tarda el proceso traductor. Las métricas dicen que traducir una página de 300 palabras toma una hora, más o menos. La traducción es un proceso mental, que requiere concentración y muchas horas de concentración, agotan. Además, debemos escribir la traducción, y eso puede llevar a nuestro cuerpo a un gran esfuerzo físico. No son poco comunes los dolores de espalda, cuello, antebrazo, codo y manos entre los traductores; la vista es otro factor. Así que el cliente debe entender que somos personas y no máquinas.
Y entonces, recién, llega el momento de la verdad, el precio. Y sí, muchos clientes se sorprenden inicialmente del precio, porque normalmente no lo tienen considerado en el presupuesto, porque muchas veces no se dan cuenta de la importancia de una buena traducción, porque muchas veces no es suficiente alguien que “hable el idioma”.
No siempre este cliente acepta nuestra cotización, no estaba en su presupuesto, no estaba en el plazo, pero si hicimos bien la labor, este cliente, la próxima vez que necesite una traducción, tendrá más claras muchas cosas, como yo, cuando cotizo polidípticos, trípticos o bidípticos.
Información de nuestra socia:
Carla Mendoza
Traductora de inglés – alemán al español
Trabaja en traducción y localización como traductora independiente. Tiene experiencia en traducción para la industria automotriz, minera, telefonía, electrónica, recursos humanos, microfinanzas.
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