Además de viajar con mayor facilidad y de ver películas sin subtítulos, saber dos más idiomas significa que tu cerebro se ve y funciona de manera diferente a la de una persona monolingüe. Entonces, ¿qué significa realmente saber un idioma?
La habilidad lingüística se mide en dos partes activas, la de hablar y la
de escribir, y en dos partes pasivas, la de escuchar y la de leer.
Mientras que un nativo bilingüe posee casi las mismas habilidades en ambos
idiomas, la mayoría de los bilingües en el mundo conocen y usan los idiomas en
proporciones diferentes. Dependiendo de la situación y de la forma como
aprendieron cada idioma, pueden clasificarse en tres tipos generales.
Por ejemplo, una niña de Chile que emigró a Estados Unidos con su familia a
la edad de 2 años, la niña desarrolla dos códigos lingüísticos al mismo tiempo
a través de un único grupo de conceptos, y aprende inglés y español a la vez, a
medida que comprende el mundo que la rodea, lo que se conoce como bilingüismo
simultáneo.
Por su parte, su hermano adolescente que trabaja con dos grupos de
conceptos mientras aprende inglés en el colegio y continúa hablando español en
casa con su familia, es un bilingüe sucesivo.
Finalmente, los padres de ambos niños son probablemente bilingües
receptivos, ya que aprendieron el segundo idioma por medio de su idioma
nativo.
Debido a que cualquier bilingüe puede llegar a ser competente en los dos
idiomas, sin importar el acento o la pronunciación, la diferencia incluso puede
que no se note.
Pero avances recientes en la tecnología de exploración cerebral le permite
a los neurolingüistas entender cómo los aspectos específicos del aprendizaje de
idiomas afectan el cerebro bilingüe.
Es sabido que el hemisferio izquierdo del cerebro es más dominante y
analítico en los procesos lógicos, mientras que el hemisferio derecho es más
activo en los procesos sociales y emocionales, pese a que se trata de un asunto
de grado, y no de una división absoluta.
El hecho que el idioma incluya ambos tipos de funciones, mientras que la
lateralización se desarrolla gradualmente con la edad, ha contribuido a la
hipótesis del periodo crítico. De acuerdo con esta teoría, los niños aprenden
idiomas más fácilmente porque la plasticidad de sus cerebros en desarrollo les
permite usar ambos hemisferios en la adquisición de idiomas, mientras que, en
la mayoría de los adultos, el idioma está lateralizado a un solo hemisferio,
por lo general, el izquierdo.
Si esto es cierto, aprender un idioma durante la infancia puede ayudarte a
alcanzar una comprensión holística de tus contextos sociales y emocionales. Por
el contrario, estudios recientes demuestran que el aprendizaje de un segundo
idioma en la edad adulta exhibe menos parcialidad emocional y un enfoque más
racional a la hora de afrontar problemas en el segundo idioma que en el idioma
nativo.
Pero independientemente de la edad de aprendizaje de nuevos idiomas, ser
multilingüe le aporta al cerebro algunas ventajas importantes. Algunas de ellas
son visibles, como una mayor densidad de materia gris, que a su vez contiene la
mayoría de las neuronas y sinapsis y más actividad en ciertas áreas cuando se
habla un segundo idioma.
Una intensa actividad de un cerebro bilingüe durante toda la vida también
puede ayudar a retrasar la aparición de enfermedades como el Alzheimer y la
demencia hasta incluso cinco años.
La idea de que el bilingüismo conlleva muchos beneficios cognitivos puede
parecer obvia hoy en día, pero antes de la década de los 60, el bilingüismo era
considerado una discapacidad que retrasaba el desarrollo del niño al forzarlo a
usar demasiada energía para distinguir entre un idioma y otro, una perspectiva
basada en gran medida en estudios sin validez. Y aunque un estudio más reciente
sí demostró que los tiempos de reacción y los errores aumentan en algunos
estudiantes bilingües durante las pruebas interlingüísticas, también demostró
que el esfuerzo y la atención necesaria para alternar entre idiomas generan mayor
actividad y fortalecen potencialmente la corteza prefrontal dorsolateral. Esta
es la parte del cerebro que juega un papel importante en las funciones
ejecutivas, la resolución de problemas, el cambio de una tarea a otra y la
capacidad para filtrar cualquier información irrelevante.
Así que, aunque el bilingüismo no te haga más inteligente, sí ayuda a que
tu cerebro se mantenga más sano, complejo y activo, por lo que, si no tuviste la
buena fortuna de haber aprendido un segundo idioma durante tu niñez, nunca es
tarde para dar el salto lingüístico del “Hello”, “Merhaba” o “Ní hao”, porque
cuando se trata de nuestro cerebro, un poco de ejercicio puede hacerle muy
bien.
Por
Jorge López Urbina
Traductor
/ Intérprete
Inglés –
Portugués – Español
Universidad
de Santiago de Chile
Miembro Nº 373 del COTICH
Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten, y no representan necesariamente el pensamiento de COTICH o su directorio.